Capítulo 50

Las niñas se aferraron a mis piernas, sollozando cuando descubrieron que íbamos a una fiesta elegante sin ellas.

Zoe tenía la cara enterrada contra mi muslo, sus llantos ahogados tirando de mis fibras más sensibles. Ella no estaba mucho mejor, sus ojos grandes llenos de lágrimas mientras me miraba,...

Inicia sesión y continúa leyendo