Capítulo 58

Elara

—¡Sonríe, mami! ¡Sonríe, papi! ¡Por favor!

Mi respiración se detuvo al escuchar esas palabras, todo el calor en mi pecho se enfrió de repente como una llama apagada.

Sonríe.

Nuestro pequeño ritual. La única cosa que siempre, siempre, me animaba cuando las cosas no podían parecer peor.

A v...

Inicia sesión y continúa leyendo