Capítulo 36

A la mañana siguiente, cuando me desperté, me dirigí directamente a la ventana para mirar el cielo. Afortunadamente, no había ni una nube a la vista. Hoy, parecía, escaparía de mi castigo.

Sin embargo, uno de estos días, mi suerte se acabaría y me vería obligada a arrodillarme en la tormenta y esper...

Inicia sesión y continúa leyendo