Capítulo 40

Mis ojos se abrieron de par en par. A pesar de lo mal que me sentía, me incorporé en la cama hasta que él puso una mano en mi hombro y me hizo recostarme de nuevo.

—No me rendiré —le dije—. No puedo.

—No te lo pediría, excepto por tu propia seguridad, Piper. Si realmente no te importa ser Luna, co...

Inicia sesión y continúa leyendo