Capítulo 43

Él también se queda, y por un segundo solo estamos ahí parados, mucho más cerca de lo que me gustaría, hasta que lo miro. Maldita sea, puede ser un imbécil, pero sus ojos son demasiado bonitos para ser verdad.

"¿Te gustaría pedir algo?" Lo miro a los ojos y me enderezo, para compensar las diez pulg...

Inicia sesión y continúa leyendo