La amas

—Deberías cambiarte de ropa, a menos que... —respondí con un toque de enojo.

Ella sonrió y dio un paso más cerca. Se inclinó hacia mí y colocó su boca cerca de mi oído, susurrando— ¿A menos que qué?

No le di oportunidad de retractarse ni de apartar la cabeza, la sostuve con ambas manos. La miré a ...

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