28- Aprende a dar

—Y yo también te amo, mi amor —afirmé con una voz sedosa, como un gato—. Ver tus pecas me hace feliz.

—¿Mis pecas? —Sonrió y sus dientes perfectamente blancos reflejaron mi propia sonrisa.

—Tus pecas… las adoro.

—Flaca, me vuelves loca, tu piel, tu cintura, tu cabello —confesó.

—Bueno, me encant...

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