Aviso de un día
Después de la noche pasada con Mark aquí, me sumergí en el diseño web para distraerme de todo. Hoy, me mantendré fuera de su camino. El clima está gris otra vez. Llevo un vestido negro que me llega justo por encima de las rodillas, un abrigo corto negro, tacones negros y el cabello suelto. Muevo las caderas mientras camino con confianza. No puedo seguir trabajando aquí y tengo que parecer segura cuando le entregue mi renuncia.
Paso por su oficina, sé que está allí porque decidí llegar al trabajo a las 8 en punto. Veo que la puerta de su oficina está abierta. Siento miradas quemándome, me siento en mi escritorio y enciendo mi computadora, sin mirar a la oficina de Mark. Pasé toda la noche pensando en qué hacer y decidí que empezaría mi propio negocio de diseño web. Tengo un portafolio de diseños web que hice para otras personas antes de comenzar aquí en Sternpoint.
No puedo trabajar aquí con Mark. Es malo para mí. Así que todo lo que necesito hacer es ir a Mark y presentar mi renuncia. Mi corazón nunca se ha roto tan gravemente.
—Buenos días.
Levanto la vista para ver a Sam apoyado en mi escritorio.
—Hola, perdón por no haber llegado antes al trabajo, hoy no soy yo misma —digo.
—Está bien, ¿cómo te está tratando el jefe? —pregunta al azar, como si estuviera creando una conversación.
—Bueno, he decidido que no trabajaré más aquí. Planeo darle mi aviso de un día. Decidí empezar mi propio negocio.
—Vaya, eso es impresionante. Avísame si necesitas gente para ayudarte con tu negocio. Me gustaría trabajar para ti. Haría mi trabajo menos aburrido.
No puedo evitar reírme de él.
—Gray-Lynn, ¡a mi oficina ahora! —llamó Mark desde la puerta de su oficina. Ruedo los ojos y suspiro.
—El jefe te necesita, por favor no hagas nada que lo ponga de mal humor —dice mientras me guiña un ojo y se aleja.
Tomo el documento que escribí anoche para mi renuncia y entro en su oficina, cerrando la puerta detrás de mí. Me mira con preocupación.
—¿Estás bien? —me pregunta, sentado en su escritorio con su traje negro de Armani. Puedo oler su aroma desde aquí y me detengo frente a su escritorio.
—Estoy bien —digo.
—Perdón otra vez por lo de ayer, por lo que dije. Fui un imbécil —dice.
—Sí, lo fuiste, y lo pensé mucho anoche después de que te fuiste —digo, aún sosteniendo el documento en mi mano.
—Gray, nunca te había lastimado antes, y ver cuánto te lastimé ayer me hizo querer retractarme de todas mis palabras. Me mató por dentro verte llorar por mi culpa —dice, luciendo culpable.
—Bueno, ya no tienes que preocuparte por eso —él parecía aliviado. Coloco el documento suavemente en su escritorio. Lo toma y luego lo lee rápidamente. Sus cejas están fruncidas ahora, como si estuviera a punto de enojarse.
—Me voy de Sternpoint —digo. Me mira con una mirada que podría matarlo.
—No acepto esto —su tono es duro, y pone el documento abajo—. Rechazo tu renuncia.
—Mark, quiero tener mi propio negocio, y anoche me hizo pensar en muchas cosas. Especialmente al ser lastimada por ti. Así que eso es lo que quiero hacer.
—Si eso es lo que quieres, entonces puedo ayudarte, pero no puedes simplemente lanzarte a ello, cosas como estas toman tiempo —dice mientras se levanta de su asiento y se aleja de su escritorio.
—Ya he empezado la universidad, así que no necesito nada de ti. Además, tengo a mi papá —digo. Camina hacia mí.
—Tu papá está viajando, así que tienes que esperar a que esté en casa para ayudarte, donde yo estoy aquí, y puedo ayudarte —dice, con sus ojos quemándome.
Sacudo la cabeza mientras se detiene frente a mí.
—No puedo trabajar para ti, siempre me he sentido atraída por ti. Creo que debería irme —digo.
—No harás tal cosa —dice, inclinándose más cerca de mí, su rostro a centímetros del mío.
—Sí, puedo —digo, apenas en un susurro. Mira mis labios.
—Las cosas que me haces —sacude la cabeza un poco. Su teléfono suena. Se aleja para contestarlo mientras mantiene sus ojos fijos en mí, y se apoya en el borde de su escritorio.
—Está bien, gracias, Jackie, puedes enviarlos —dice, y cuelga el teléfono. Se levanta con mi documento, y lo rompe por la mitad, una y otra vez, antes de tirarlo a la basura.
—Mark, no puedes hacer eso —digo. No puedo creer que lo haya hecho.
—Oh, sí que puedo —se ríe para sí mismo—. No hemos terminado aquí, tengo una reunión a la que asistir. Cuando termine, quiero que estés en mi oficina. Tenemos cosas que discutir —dice, mientras toma un archivo de su escritorio y se va.
Estoy pegada al lugar, tratando de entender lo que acaba de pasar. Discutiremos cosas. Sacudo la cabeza y camino hacia mi escritorio. Si él tiene sentimientos por mí, puede simplemente decírmelo. Pero quiero dejar este lugar. Cuanto menos tenga que verlo, mejor.
