CAPÍTULO 2: CONOCE A MARCUS CASTELLANO
Hola, mi nombre es Marcus Castellano. Tengo el cabello negro y ojos marrones, tengo abdominales marcados y mido 1.83 metros, con tatuajes que cubren mis hombros y brazos. Además, tengo 26 años y soy el CEO de Castellano Holdings, o al menos solía serlo. Soy el único hijo de Andreas y Veronica Castellano. Mi familia es de ascendencia italiana.
Así que déjame contarte sobre el desastre en el que se ha convertido mi vida.
Todo comenzó el día que perdí al amor de mi vida. Gina Rossi. Para mí, ella era la chica más hermosa del mundo y le prometí que algún día me casaría con ella. La perdí por culpa de una loca que quería tenerme solo para ella.
Me siento en el sofá mientras bebo mi cerveza y pienso en el día que Gina salió de mi vida.
FLASHBACK
Gina acababa de decirme que iba a romper conmigo. Traté de explicarle que no pasó nada entre April y yo, pero de alguna manera no me creyó. Simplemente salió corriendo de mi casa. Intenté detenerla, pero ya era tarde, ya se había subido a su coche y se fue.
Decido ir a la casa de mi mejor amigo Michael. Él abre la puerta y lo agarro por el cuello de la camisa.
—¿Por qué le mentiste a Gina, imbécil? —le pregunto a Michael.
—Marcus, no tengo idea de qué estás hablando —me dice.
—No te hagas el tonto conmigo. Le dijiste a Gina que me acosté con April en la fiesta de anoche. Le mentiste a mi chica y ahora me dejó —le grito.
—Oh, sí, sobre eso —dijo Michael.
—Oh, sí... —dije y luego le di un puñetazo en la cara. Cae al suelo y se agarra la nariz ensangrentada.
—Escucha, no fue idea mía. April quería que te llevara a la fiesta. Ella se enganchó con un tipo cualquiera y luego photoshopeó tu cara en el cuerpo del tipo antes de publicarlo en Instagram. Y también le envió la foto a Gina —dice Michael.
—¿Sabías sobre esto? —le pregunto y él asiente.
—Estuve en el plan desde el principio. April te quería y pensé que Gina no te pertenecía. Es demasiado nerd —dice Michael. Es entonces cuando empiezo a golpearle la cara con mis puños.
—¡Ella es la única chica para mí! —le grito mientras le doy una patada en el estómago.
—Sabes que fue lo correcto. Gina no pertenece a nuestro mundo —dice Michael mientras me alejo de él.
—Ella sí pertenece al mío. Tú y yo ya no somos amigos —digo mientras me alejo de su porche.
—No puedes hacer esto, Marcus. No puedes tirar nuestra amistad por la borda solo por una chica. ¡Tu padre se enterará de esto! —me grita Michael.
—Adelante —le grito de vuelta. Me subo a mi coche y conduzco hasta la casa de Gina. Veo su coche en la entrada, así que sé que está aquí. Toco la puerta y la señora Rossi me abre. Después de preguntarle si podía ver a Gina, me dice que Gina no está, que se fue en un taxi. Supe en ese momento que era una mentira, así que lo dejé pasar. Le pedí que me avisara si Gina volvía y ella dijo que lo haría.
Decidí volver a la casa de Gina mañana. Cuando llegué a casa, mi madre, Veronica, estaba abajo esperándome.
—Cariño, siento mucho que Gina haya roto contigo —dice mamá en cuanto entro a la casa.
—¿Cómo lo supiste tan rápido? —le pregunto.
—Gina me envió un mensaje y dijo que ustedes habían terminado —dijo. Mi mamá me estaba mintiendo. Ella y Gina no se llevaban bien, así que sé que Gina no le habría enviado un mensaje.
—¿No es eso lo que querías, mamá? —le pregunto.
—¿Perdón? —me pregunta.
—Dije, ¿no es eso lo que querías? ¿Que Gina rompiera conmigo? —le pregunto de nuevo.
—Sí, porque pensé que ella no era la chica adecuada para ti. Estarías mejor con April —dice.
—No hay manera en el infierno de que alguna vez me interese por esa zorra —le grito.
—No hables así de April. Ella es una chica dulce —dice mamá.
—Abre los ojos, mamá. Esa 'chica dulce' te está manipulando. ¡Es una perra manipuladora! —le grito y ella me da una bofetada en la cara.
—Es una falta de respeto gritarle a tu madre de esa manera. Ahora quiero que subas a tu habitación y te prepares para la cena. Tienes que vestirte apropiadamente porque tenemos invitados —dice mientras se aleja de mí.
Solo suspiro y subo a mi habitación. Paso por la oficina de mi papá en casa y lo veo sentado detrás de su escritorio.
—Hola, papá —digo mientras paso.
Él levanta la vista y me pide que entre.
—Acabo de recibir una llamada del papá de Michael. Dijo que golpeaste a Michael muy mal. ¿Te gustaría contarme qué pasó? —me pregunta.
Suspiro mientras me siento en la silla frente a su escritorio. Empiezo a contarle todo. Desde que Gina rompió conmigo hasta la confesión de Michael sobre el plan de April.
—¿Así que la fiesta fue una trampa desde el principio? —me pregunta mi papá.
—Sí. Creo que fue April quien arregló todo —respondo.
—Sabes que su padre quiere hacer un trato conmigo. Y no estaba tan seguro de seguir adelante hasta ahora. Sé que April es manipuladora y si ella es así, entonces también lo son sus padres. Tu madre, por otro lado, quiere que lo haga —dice mi papá.
—¿Entonces qué vas a hacer? —le pregunto.
—Voy a decirles que no esta noche cuando vengan a cenar —responde mi papá.
—Mamá dijo que íbamos a tener invitados a cenar, pero no dijo que eran los Masterson —digo.
—Sí, bueno, ahora lo sabes. No le digas nada a tu madre sobre lo que te acabo de decir. Ella intentará persuadirme para que lo haga. Haré el anuncio más tarde —dice mi papá.
—Claro, papá. ¿Puedo irme ahora? —le pregunto.
—Sí. Nos vemos más tarde en la cena —dice papá.
Me levanto y salgo de su oficina, subo a mi habitación. Entro en mi baño privado y me doy una ducha antes de vestirme con unos pantalones normales y una camisa de botones. Hay un golpe en mi puerta y voy a abrirla, sabiendo que era nuestra empleada Sandra.
—Señor Marcus, su madre me ha pedido que le diga que la cena está lista —me dice Sandra.
—Dile que ya voy —respondo y ella asiente antes de alejarse.
—No puedo esperar a ver la cara que pondrán cuando escuchen lo que papá tiene que decir —me susurro a mí mismo mientras me pongo los zapatos.
Bajo las escaleras hacia el comedor donde mamá, papá, April y sus padres me están esperando.
—Marcus, qué bueno que te unas a nosotros —dice mamá.
Tomo asiento justo al lado de ella. Papá está sentado en la cabecera de la mesa mientras mamá y yo nos sentamos a su derecha. El señor Masterson está sentado en el otro extremo de la mesa con la señora Masterson y April sentadas frente a mí.
April sigue mirándome.
—Hola Marcus, ¿cómo estás? Escuché sobre ti y Gina. Lo siento mucho —me dice.
—Corta el rollo, perra. Sé que lo planeaste todo. Michael me contó todo —le digo y ella me mira sorprendida.
—¡No te hagas la sorprendida, perra! —le grito.
—Marcus, no seas grosero. April es nuestra invitada —dice mamá mientras me da un golpe en el hombro.
—No por mucho tiempo —susurro más para mí mismo.
Papá me mira antes de volver su atención a la mesa.
—Tengo un anuncio que hacer. Quiero terminar con esto de una vez. Señor y señora Masterson, revisé su propuesta y he tomado mi decisión —dice papá mientras mira a April y a sus padres.
Ellos lo miran con una expresión esperanzada en sus rostros. Y mamá también.
—NO haré un trato con ustedes —dice papá.
El señor Masterson se levanta.
—¿Y por qué no? —le pregunta a papá.
—Las operaciones de su compañía parecen turbias y hice mi investigación sobre ustedes. Sé sobre todas sus actividades ilegales y también sé de todas las personas que han manipulado y chantajeado para conseguir lo que quieren. Otra cosa que quería decir es que no me gustan y, más importante, no confío en ustedes en absoluto. Ahora tienen 2 minutos para salir de mi casa o llamaré a seguridad para que los saquen a patadas —dice papá.
—¡No puedes hacer esto! —dice el señor Masterson.
—Puedo y lo he hecho, ¡ahora lárguense! —les grita papá.
April y sus padres recogen sus cosas y se van. Papá se vuelve hacia mamá.
—No creas que no sé lo que estás tratando de hacer y te digo ahora que no funcionará. También sé sobre tus escapadas a mis espaldas, así que solo te informo que quiero el divorcio. ¿Entendido? —dice papá antes de levantarse y salir de la habitación.
Mamá me mira con lágrimas en los ojos.
—Te lo merecías —digo antes de salir también de la habitación. Subo a mi cuarto y, una vez dentro, saco mi teléfono para llamar a Gina. Quiero decirle que todo fue una trampa. El teléfono suena y suena, pero ella no contesta. Suspiro mientras me siento en la cama.
—Iré mañana entonces —digo mientras me acuesto en la cama y miro las fotos de Gina y yo en mi teléfono.
—Te amo, Gina —digo antes de quedarme dormido.
FIN DEL FLASHBACK
Volví a su casa al día siguiente y no había nadie. Volví una y otra vez, pero nunca vi a ella ni a su madre allí, así que decidí preguntarle a la amiga de Gina, Tatiana, si había sabido algo de ella.
—Lo siento, Marcus, pero Gina me dijo que se iba de la ciudad. Solo que no dijo a dónde iba —dice Tatiana.
Busqué a Gina por todas partes, pero no pude encontrarla. Era como si hubiera desaparecido sin dejar rastro. Unos meses después de que Gina se fue, escuché que la señora Rossi había vendido la casa y se mudó a otro vecindario en Los Ángeles.
Ahí fue cuando mi vida comenzó a irse por el desagüe. Empecé a juntarme con malas compañías, a ir a más y más fiestas, empecé a beber mucho, a consumir drogas y a acostarme con una chica nueva cada noche.
Todo eso solo para olvidar el dolor de perderla. Pero sobre todo para olvidarla a ella.
Fui a estudiar negocios en la Universidad de Oxford, pero volaba de regreso a Nueva York de vez en cuando.
Luego, cuando tenía 22 años, mi papá murió, dejándome Castellano Holdings. Y fue difícil para mí. Simplemente no estaba listo para hacerme cargo de la empresa, así que dejé que el vicepresidente de mi papá, Armando García, se encargara de todo mientras yo disfrutaba de mi vida.
Todo lo que hacía era ir a su oficina en Castellano Holdings para firmar algunos documentos y luego me iba. No tengo idea de qué eran esos documentos. Armando solía decirme que mi padre no querría que actuara así. Decía que debería asumir la responsabilidad de esta empresa y yo siempre le decía que no estaba listo para dirigir una empresa tan grande.
Descuidar la empresa fue mi mayor error porque ahora estoy siendo investigado por la policía por fraude. Y eso no es todo. Me están acusando del asesinato de mi papá. Lo cual sé que soy inocente. Amaba a mi papá. Nunca lo mataría. Pero la policía no piensa así. Dicen que todas las pruebas apuntan a mí.
Ahora estoy bajo arresto domiciliario en mi casa en L.A. y tengo que presentarme en la corte en un mes. Mi puerta principal se abre y veo a mi mejor amigo, Mateo, entrando con comestibles en la mano.
—Hola, Marky —dice mientras me mira.
—Te dije que dejaras de llamarme así —le digo.
Mateo pone las bolsas en la mesa y se agarra una cerveza del refrigerador. Se sienta en uno de mis otros sofás.
Levanto mi pierna, a la que está sujeto el monitor de tobillo, y me rasco alrededor de él.
—Maldita sea, esto pica mucho —digo.
—Sí, bueno, después de que probemos tu inocencia, esa cosa se quitará —dice Mateo.
—¿Cómo sabes eso? —le pregunto.
—Ellos piensan que lo hice —digo.
—Lo sé y tengo algo que decirte —dice Mateo y lo miro.
—Creo que podría haber encontrado un investigador privado que podría ayudarnos con tu caso —dice Mateo.
—¿Quién? —le pregunto.
—Rossi Private Investigations —responde Mateo.
—¿Rossi P.I? ¿La mamá de Gina va a tomar mi caso? —le pregunto.
—No, es un tipo llamado Pavlo. Trabaja allí y aceptó. Quiere reunirse contigo esta noche —dice Mateo.
—Eso es mejor que nada. Dile que está bien, que podemos reunirnos esta noche. Dale mi dirección —respondo y Mateo asiente. Saca su teléfono y empieza a escribir en él.
Por un momento me sentí feliz. Si me iba a reunir con la mamá de Gina, podría haberle preguntado dónde está Gina ahora. Pero dudo que me lo dijera.
Mateo deja su teléfono en la mesa.
—El tipo dijo que estará aquí a las 6 p.m. —me dice y yo asiento.
—¿Estás pensando en Gina otra vez? —me pregunta y yo asiento de nuevo.
—Mira, amigo. Sé que lo que pasó entre ustedes dos es malo, pero lo mejor que puedes hacer ahora es dejarla ir. ¿Cuánto ha pasado? ¿7 años? Si ella quisiera ponerse en contacto contigo, ya lo habría hecho —dice Mateo.
Él sabe todo sobre Gina y yo, y también sobre lo que pasó entre nosotros.
—Sé que debería dejarla ir. Pero es difícil —le digo.
Él me mira.
—¿Sabes qué necesitas? —dice.
—¿Qué? —le pregunto.
—Una partida de billar —dice mientras se dirige a la mesa de billar y decido unirme a él. Tal vez esto me haga olvidar a Gina.
—Prepárate para que te vuelva a ganar —digo.
