31. El Salvador

—¡¿Jonathan?!

—Es bueno que no llegué tarde, señorita —dijo Jonathan con una sonrisa. Me dejó en el suelo, aún en sus brazos. Ahora estábamos frente a una tienda de ropa. El coche que me había atropellado antes se detuvo en el lugar donde yo había estado parada.

Las personas que pasaban miraban ...

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