No tienes derecho a darme órdenes

La música estruendosa del club se desvaneció en el fondo mientras el agarre de Austin se apretaba alrededor de mi muñeca. Mi corazón golpeaba contra mis costillas. Luché, mis tacones raspando el suelo mientras él me arrastraba. La gente miraba, sus miradas curiosas quemando mi piel, pero nadie se at...

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