Déjame ir

Austin se apoyó en su escritorio, sus dedos golpeando un ritmo lento. El pánico en su pecho había estado allí durante semanas, pero esta noche, finalmente se disiparía. Todo lo que había amenazado a Dora terminaría pronto. Después de eso, haría lo que fuera necesario para hacer las paces con su padr...

Inicia sesión y continúa leyendo