¿Y si me equivoqué?

Charlotte envuelta en su manta, lo miraba como si le hubieran salido dos cabezas.

—Estás bromeando, ¿verdad? Dime que estás bromeando.

Luther se sentó al borde de la cama, tan calmado como siempre, como si no acabara de lanzar una granada en medio de todo.

—Lo vi —dijo simplemente—. Con mis propi...

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