¿Podemos hablar?

Venir a esta maldita fiesta no fue idea mía. Fue todo de Leo. Y lo estaba odiando por eso, hasta que el aroma penetrante de lavanda llegó a mis fosas nasales, endureciendo mi pene en un segundo.

Mis ojos hambrientos recorrieron la multitud, buscando la fuente del aroma. No te imaginas lo jodidament...

Inicia sesión y continúa leyendo