No fue culpa tuya

Los insoportables pitidos de las máquinas intensificaban el implacable dolor de mi cabeza.

Intenté abrir los ojos, pero la vista borrosa me obligó a cerrarlos de nuevo con una mueca de dolor. Traté de mover mi cuerpo, pero el intento se encontró con un dolor agudo y punzante en mi vientre.

Sollozé...

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