¿Creías que se había ido?

Las luces de la bola de espejos en la habitación eran penetrantes, haciéndome entrecerrar los ojos y gemir por su intensidad cegadora.

Estaba tirado en un sofá, pero mi mano aún alcanzaba una de las botellas en la mesa. La agarré con un poco de esfuerzo y me bebí todo el líquido.

Mis ojos se sentí...

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