Deja de hacerme daño

Acercé el vaso de jugo a mis labios y tomé un sorbo mientras seguía mirándolos. Padre, Tío Leonardo y Vince.

Para ser un hombre que parecía bestialmente rígido hace unos minutos, parecía haberse calmado mucho e incluso podía reírse entre su conversación de muchachos.

Estaba nerviosa por sus intent...

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