La voz

Una criada me guió hasta mis aposentos. Abrió la puerta y se apartó. Entré, tomándome un segundo para mirar alrededor de la habitación.

No era nada lujoso. Pero no me importaba en lo más mínimo la habitación. No estaba aquí por eso.

—Vete.

Ella lo hizo. Y finalmente estaba solo. No había necesida...

Inicia sesión y continúa leyendo