Mantener al niño

—¡Salgan!— grité histéricamente, tirando la bandeja de comida que habían colocado frente a mí. Las criadas se quedaron boquiabiertas de miedo, retrocediendo rápidamente para evitar los trozos rotos de los platos en el suelo.

La rabia me quemaba el corazón al verlas aún paradas allí. Estaban clarame...

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