Qué bueno que se haya ido

Los papeles cayeron con fuerza sobre la mesa, haciendo que los hombres se estremecieran ligeramente.

Canosos. Trajes negros. Rostros arrugados. Codiciosos. ¡HOMBRES agotadores y frustrantes!

—¿QUÉ? —gruñí furioso, frunciendo el ceño a todos ellos. Aclararon sus gargantas, mirando nerviosamente hac...

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