Capítulo ocho

—¿Mi habitación?

Mi confusión se amplifica cuando él empuja la puerta de una habitación que es demasiado extravagante para un prisionero.

—¿Hablas en serio? —pregunto porque no parece real. Parece una broma. Algo para colgar frente a mí, algo para darme un poco de fe de que las cosas saldrán bien,...

Inicia sesión y continúa leyendo