Capítulo 63

Kaizen

Salimos del coche; el aire estaba tan seco aquí.

El desierto vertió toda la lluvia del cielo que pudo, y agua tibia llegó hasta mis tobillos, pero la temperatura no cambió. No era natural, ni refrescante de ninguna manera, ni se evaporaba por el calor intenso. Apuesto a que podría freír un h...

Inicia sesión y continúa leyendo