CUATRO 100

—No tienes idea de lo divertido que fue. Manipularte como una marioneta, nota por nota, desde las sombras, sin que te dieras cuenta. Fue... exquisito. —Su sonrisa era impenitente—. Pero no me culpes demasiado, Daemonikai. El verdadero culpable fue tu orgullo. Te creías invencible. Demasiado fuerte p...

Inicia sesión y continúa leyendo