Sangre santa

—¡Oigan, ¿a dónde me llevan?—exclamó Laura, mientras sus amigos seguían tirando de sus manos.

—Queremos llevarte a la clase de Reynold—respondió Jennifer, quien guiaba el camino.

—¡Dios mío! ¿Están locos?—Laura intentó soltarse de las manos de sus amigos—. ¡Déjenme ir! ¡Miren, muchos estudiantes n...

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