Una sonrisa casi imperceptible

Casa de Adele

—Te he traído sana y salva, sin un rasguño, y lo mejor es que aún no ha llovido fuerte —dijo Edward con una amplia sonrisa al recibir el casco que llevaba Adele.

—Debo admitir que eres bueno manejando. Ni miedo tuve. Gracias por traerme, por lo menos llegué temprano a casa luego ...

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