Sus dedos danzando con maestría

Él sigue con su mano, haciéndola sentir en el cielo. Su ritmo es lento y suave, y ella se estremece con cada caricia que le da. Emmanuel McCarthy está experimentando una excitación que creía olvidada, algo que solo Adele había logrado en él. —Estás tan mojada, Adele…

—Ay… me gusta— susurra y se afe...

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