¿Acaso te pagamos para que estés charlando?

Los trillizos se detienen al lado derecho de Adele, tomando distancia y mirando la escena con desdén, por lo que Adele se suelta del agarre de Edward.

—Debo irme —musitó y se iba a marchar, pero él la agarró de la mano nuevamente.

—Espera, salgamos esta noche, te prometo que no te vas a arrepentir...

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