No había con quién disfrutarlo

La luz del amanecer se colaba por las rendijas de las persianas, dibujando finas líneas doradas sobre la alfombra. Rebeca abrió los ojos lentamente, sintiendo un punzante dolor de cabeza que le taladraba las sienes. Un gemido escapó de sus labios, apenas audible en el silencio de la habitación. S...

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