No te atrevas a tocarme otra vez

— ¡No! ¡No…! —Katia siente una fuerte presión en su pecho; desea pensar que todo es mentira. Como loca ingresa al apartamento—. ¡Estrellita, hija mía! —la llama con desesperación.

—¡Se la llevó, señora! Hace como una hora y, como no tengo cómo llamarla a usted, no sabía qué hacer —dice Fabiola.

No...

Inicia sesión y continúa leyendo