No es mi amiga, Francis.

Tomando una respiración profunda, Wilson se acomodó en su silla, la habitación quieta y silenciosa a su alrededor. Apoyó la barbilla en su palma, con el codo sobre la mesa frente a él.

—Solo necesito tu ayuda— comenzó.

Camilla, con la curiosidad despertada, arqueó una ceja pero permaneció en silen...

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