CAPÍTULO 49: Finalmente solo...

Aterrizamos en Nueva York, y una dormida Celeste finalmente levanta la cabeza de mi hombro.

—Buenos días, sol.

—¿Mmm, mañana? ¿No quieres decir tarde?

—Sí, bueno, suena mejor como lo dije. Reservé un hotel en Manhattan. Pensé que sería más fácil buscar casa desde ahí.

—¿Por qué?

—Vivo en Brookl...

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