Capítulo 37

El castigo comenzó tan pronto como llegamos al coche. Arthur me mantuvo en sus brazos, acomodándome en su regazo. El calor de su cuerpo y el vino estaban convirtiendo mi piel en un infierno del que no podía escapar.

Me retorcí en su regazo mientras el calor se extendía hasta entre mis piernas. Emit...

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