Capítulo 29 El filo del entrenamiento

El templo olía a hierro y ceniza. Desde la traición del guardián poseído, nadie dormía tranquilo. Había guardias en cada pasillo, y los refugiados caminaban con los ojos clavados en el suelo, como si temieran mirarse entre ellos y descubrir otro enemigo disfrazado.

Yo tampoco estaba en paz.

La ...

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