CAPÍTULO 94 El rebaño durmiente

Agnes

Después de encontrar el abrigo y las botas de Maggie en la puerta principal—pobres cosas, todavía cubiertas de nieve derretida—los dejé a sus pies y señalé.

—Póntelos —dije.

Mi voz salió baja, firme, como una madre que reprende a un niño no por enojo sino por necesidad. Maggie me miró com...

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