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En las escaleras de la cabaña principal, me pongo los zapatos y resisto la tentación de mirar por encima del hombro. No dejo de caminar hasta que vuelvo a mi cabaña.

Allí me tiro en el sofá y gimo.

Entonces hundo la cara en la almohada más cercana y suelto un grito ahogado. Al detenerme, me levant...

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