No es deseable

—Bienvenida a casa, Madame —saludó Jules.

Janice se sobresaltó y soltó un grito fuerte cuando Jules apareció frente a ella. Había querido entrar sin ser vista y se había olvidado de mirar por dónde iba después de mirar hacia atrás y a los lados.

—¡Dios mío, señor! Me asustaste —refunfuñó, llevándo...

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