Capítulo 232

KESTER.

Estaba colgando de un maldito hilo. Cada músculo en mí gritaba por tomarla de la manera en que solía hacerlo —rudo y profundo, hasta que no pudiera caminar por días— pero la voz del médico seguía resonando en mi cabeza: "Seguro, pero con precaución."

Seguro. Precaución.

Dos palabras con l...

Inicia sesión y continúa leyendo