Capítulo 2
CAPÍTULO DOS.
—Nos vemos en la escuela, conejita.
Esas palabras me dieron escalofríos mientras lo veía hacerse cada vez más pequeño en la oscura noche, probablemente regresando a casa para tener un buen sueño. Sentí que mi mundo entero se había oscurecido en el momento en que él entró en mi vida.
Todo lo que quería era tener un buen descanso nocturno después de regresar del restaurante, pero mis sueños probablemente serían atormentados por recuerdos de él y la forma en que me acosaba en la escuela. Las lágrimas en las esquinas de mis ojos picaban con más fuerza, deseando salir. Mi cuerpo se sentía débil mientras corría a casa con las lágrimas amenazando con caer en cualquier momento. Mi casa estaba a solo dos cuadras mientras apretaba mi bolso contra mi pecho, mi corazón pesado como si estuviera a punto de ahogarme.
Finalmente llegué a casa, desbloqueé la puerta y la cerré rápidamente. Corrí a mi habitación y me dejé caer en la cama. Finalmente dejé salir el dique que amenazaba con desbordarse.
—¡¿Por qué a mí?! —grité en mi cama, lo cual salió como un sonido ahogado.
Todavía no podía entender por qué decidió regresar y, para colmo, se inscribió en la misma escuela a la que voy.
Springfield High School.
Probablemente regresó para terminar lo que empezó, quiero decir, ¿por qué más volvería aquí y también se inscribiría en la misma escuela a la que voy? Y para colmo, intentó deshonrarme de nuevo. Lo que sea que intentara hacer nunca volvería a suceder, no dejaría que me quitara mi primera vez, lo más precioso que guardaba para mi pareja.
—No —murmuré mientras me limpiaba la lágrima que caía de mis ojos. Miré al techo, los destellos de Leo acosándome y su voz burlona atormentando mis ojos y oídos.
Pronto mis párpados se cerraron y finalmente me quedé dormida a las dos de la mañana.
—¡Hola, chica! —gritó Debbie, saludándome emocionada en el momento en que atravesé las puertas de Springfield High. Sonreí suavemente mientras me dirigía hacia donde ella estaba.
—¿Qué te tomó tanto tiempo? He estado esperándote como por doscientos años, mi vida y tiempo desperdiciados —gruñó Debbie, enganchando sus manos con las mías.
—Sí, ahí va mi mejor amiga —dije riendo ligeramente.
—Entonces, dime, ¿qué te tomó tanto tiempo? —preguntó mientras caminábamos por el pasillo.
—Bueno, estaba pensando en faltar a la escuela —dije con una sonrisa tensa.
—Huhhh —dijo Debbie, jadeando fuerte.
—¿Quién eres y qué has hecho con mi mejor amiga nerd? Ella nunca pensaría en faltar a la escuela —dijo, golpeando mi brazo.
Reí a carcajadas mientras pensaba en cómo realmente quería faltar a la escuela, pero abandoné la idea debido a mis calificaciones. Realmente era una nerd.
—Sigo siendo Angela, la nerd sexy —dije, moviendo mi cabello. Debbie estalló en una carcajada, lágrimas cayendo de su ojo derecho.
—Eres algo más —dijo ella, riendo.
—Uhh, ángel, ¿por qué tienes ojeras? ¿No dormiste bien? —preguntó Debbie preocupada. Esperaba que nadie lo notara.
—Sí, ¿es tan notorio? —me preocupé.
—No realmente, oh bueno, ¿escuchaste las noticias? —dijo Debbie emocionada.
—¿Qué noticias? —pregunté con las cejas levantadas.
—Sabes que Leo Miller se ha transferido de nuevo a nuestra escuela después de dos malditos años —chilló emocionada.
—Baja la voz, Debbie —dije mientras giraba la cabeza para mirar a una Debbie chillona.
—Bueno, alguien está de mal humor esta mañana —dijo con el ceño fruncido.
—¿Por qué no dormiste lo suficiente, nena? ¿Otra vez leyendo libros basura? —gruñó Debbie con una mirada de reproche.
—Probablemente —dije con una sonrisa pícara. No podía decirle la verdadera razón por la que no dormí, no quería molestarla con mis problemas.
—Ughh, en serio Angela, en serio —preguntó incrédula.
—Sí.
—Vamos, Angela, necesitas relajarte un poco. Quiero decir, mírate, tu piel no brilla, pareces enferma, Angela. No te vas a morir si te saltas un día de lectura, mírame a mí, estoy respirando perfectamente bien —dijo mirándome fijamente.
—Está bien, Debbie, consideraré tu consejo —dije con una suave sonrisa.
—Promételo —dijo con una sonrisa astuta.
—Lo prometo —dije con una suave sonrisa.
—Promesa de meñique —dijo sacando su dedo meñique. Rodé los ojos suspirando profundamente.
—Eres una bebé —la provoqué con una mirada juguetona. Ella me empujó el brazo con su dedo meñique, haciendo un puchero.
—Promesa de meñique —dije y enganché su dedo.
—Espero que lo hagas. Debería ir a clase, cuídate, te quiero —dijo abrazándome mientras se iba a su clase. Me dirigí a mi casillero, diferentes pensamientos corrían por mi cabeza mientras la idea de estar en el mismo ambiente que Leo me daba escalofríos. Llegué a mi casillero y puse el pin, abriéndolo, tomé algunos libros que necesitaba para los primeros períodos antes del almuerzo y los coloqué en mi bolso. Cerré mi casillero y apoyé mi cabeza en él, bostezando suavemente y cerrando los ojos un poco.
Un suave toque en mi espalda me sobresaltó mientras me enderezaba para mirar a la persona que interrumpió mi breve siesta.
—Hola, Angela, ¿cómo estuvo tu noche? Espero que hayas dormido bien —dijo Leo sonriendo con astucia.
Un profundo rubor se apoderó de mi rostro ante su aparente preocupación, que inmediatamente se transformó en ira al recordar todo lo que hizo anoche. La ira hervía profundamente en mi corazón mientras miraba la sonrisa astuta que tenía en su cara. Parecía fresco, probablemente tuvo una noche sin sueños después de quitarme la mía. Tenía la audacia de preguntarme si dormí bien.
No pude contener mi ira y lo siguiente que supe fue que le di una fuerte bofetada en la mejilla...
