La gente modesta merece cosas bonitas

—¿Entonces, para quién es? —preguntó Matthew mientras Liam devolvía el jarrón a la caja y tomaba la pintura.

Era una pintura impresionista y nada del otro mundo, al menos no por el precio que había pagado. La única razón por la que había desembolsado una pequeña fortuna era porque el artista había...

Inicia sesión y continúa leyendo