Ojo de la tormenta

Miro sin expresión por la ventana del coche deportivo en el que Dante me metió, observando la ciudad pasar rápidamente. Si Dante quisiera matarme, ya lo habría hecho, ¿verdad? No se molestaría en llevarme a otro lugar. Mi cuerpo se mezclaría con los otros que cubrían el suelo del taller de autos del...

Inicia sesión y continúa leyendo