De nuevo al mando

Eleni

Golpeo el escritorio con las manos en el segundo piso de la casa en Staten Island, las mangas largas de mi vestido de novia amortiguando el golpe. —¿Qué demonios quieres decir con que no sabes?

Amando, el hombre al que he comenzado a considerar mi capo, afloja su corbata morada y se encoge de...

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