Secuestrando a la novia fugitiva

Angelo

—La tengo—informo al resto de mis hombres, todos con auriculares—. La llevo al coche.

—Entendido—responde Dice de inmediato—. Nos vemos allí.

Lanzo el cuerpo inerte de la mujer sobre mi hombro y salgo del callejón, ignorando las miradas curiosas y asustadas de los peatones que pasan apre...

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