Tregua

Tatiana

Mis ojos no se mueven mientras observo cómo la cara de mi secuestrador se contorsiona en confusión por lo que acabo de decir. Fue una apuesta, pero era mi última oportunidad ya que había aceptado que no podría escapar de este lugar ilesa—si no muerta como una maldita piedra.

Al principio...

Inicia sesión y continúa leyendo