Calma antes de la tormenta

Tatiana

—Me estás matando, Angelo— susurro, mi voz sin aliento mientras me retuerzo debajo de él, tratando de encontrar el ángulo perfecto, el momento perfecto. El calor que emana de su cuerpo presionado contra el mío, pero no es suficiente. Quiero más. Necesito más.

Los labios de Angelo se curvan...

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