Capítulo treinta y dos

—¿A dónde vamos? —preguntó Roman, con un tono casual, pero su agarre en el volante decía lo contrario.

Blair apenas lo miró—. Al restaurante del pueblo.

El silencio se instaló entre ellos, cargado de tensión no dicha. Roman siguió el coche de Keira mientras el pueblo pasaba borroso con viejas fach...

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