Capítulo cincuenta y cinco

Roman estaba sentado detrás de su escritorio en la oficina, la luz que entraba por las ventanas de piso a techo detrás de él lo dejaba en sombra para cualquiera que entrara. Su teléfono estaba en silencio, aunque su mirada seguía volviéndose hacia él cada pocos minutos. Se había dicho a sí mismo que...

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