Capítulo ochenta y uno

El viaje en coche a casa se sentía como si se estuviera asfixiando lentamente.

Cada semáforo rojo alargaba lo que ella sabía que estaba por venir. Román era como un perro con un hueso.

Blair podía sentir sus ojos sobre ella. Eso hizo que sus manos se apretaran en su regazo. Sentía la necesidad de ll...

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