Capítulo 38

La expresión en el rostro de mi madre era una que aún no había visto en todos mis años de ver miradas de dolor y decepción en ellas. —Estoy bien, madre... solo me asustó un poco, pero nada que no pueda manejar— prometí con una voz temblorosa, aunque intenté lo mejor que pude ocultarlo. Los fuegos ar...

Inicia sesión y continúa leyendo