Capítulo 38

ROSEANA

—¡Damon! —grité. El puño de Damon aterrizó en la cara de Lavigne.

Me acerqué rápidamente a Damon y le aparté los brazos de Lavigne, pero ni siquiera se movió. No se movió de donde estaba parado.

Puedo sentir sus músculos tensos. Está jadeando de rabia. Puedo sentir su enojo con su vio...

Inicia sesión y continúa leyendo