Capítulo 1 Ahogando mis penas en tu piel.
Conjunto empresarial Bianchi.
Día Viernes en la oficina.
—Estoy decidida, voy a tener valor y confesarle mis sentimientos hoy, llevo tantos años amándolo en silencio—, afirmó Alice llena de convicción.
—Bueno hermana quizá ya sea el momento, o vives el amor que siempre has deseado o le das cierre a ese capítulo de tu vida para siempre.
—En eso tienes razón, pero te confieso que tengo temor.
—Normal, no es fácil exponer nuestros sentimientos pero recuerda que tu eres la rebelde de la familia, la que se ha mantenido firme en sus decisiones, una guerrera, así que no importa lo que pase te irá bien.
—Gracias hermanita, siempre eres mi apoyo.
Apenas terminó el horario laboral y todos comenzaron a recoger sus cosas Alice caminó decidida hacia la oficina de su jefe.
—Hola, ¿puedo pasar?, preguntó luego de tocar a la puerta.
—Claro, ¿algún problema?
—No, realmente es un tema personal, se que no es el mejor lugar pero…., yo… quería hablarte de mis sentimientos…
Sin esperar a que ella terminará su amor platónico se adelantó, —Alice, por favor no digas nada más, nunca podría verte de manera romántica.
—¿Por qué?
—Para mí no eres más que una niña, una hermana caprichosa, no te veo como una mujer, además sin ofender aun eres inocente y me gustan con experiencia.
—Quiere decir que ¿ya sabías lo que sentía?, ¿habías pensado en esto con anterioridad?
—Si, desde hace mucho me quedaron claros tus sentimientos por mi por eso he procurado mantenerme lejos, lo siento.
—Estaré bien, no es como si aspirara que fingieras amor por mi.
—Por favor no hablemos más de este tema.
Una vez salió de aquella oficina, Alice caminó de prisa hacia el baño con el alma destrozada, no quería ver a nadie ni qué se dieran cuenta de su tristeza.
Al salir de la oficina aquella escena que tanto odiaba en las películas donde la heroína veía a su amor encontrarse con otra se hizo realidad para ella, por lo que Alice se sintió aún más rechazada.
Como si nada pudiera empeorar su estado de ánimo mientras caminaba para calmarse comenzó a llover y su hermana no le contestaba el teléfono, derrotada llegó a una bar para ahogar sus penas en alcohol.
Mientras tanto al otro lado del mismo local Alessandro estaba exhorto observándola, había algo en ella que le atraía como el polen a una abeja, con el cabello negro como el azabache y ojos azules parecian darle un toque felino.
El acababa de llegar a Italia después de un aislamiento de 26 años en Estados Unidos qué en un principio fue impuesto por su familia y luego continuó por decisión propia.
“Pero ya no más, es el momento de enfrentar su pasado, a la familia Bianchi, aunque por esta noche solo me importa ella”.
Se sentó a su lado en la barra sin mostrar interés, —Hola, ¿puedo invitarte una copa?
—Hum, no creo que te convenga, hoy no soy una buena compañía.
—Creo que entonces tenemos mucho en común supongo que tuviste un día difícil, yo no sé describir lo que siento de volver aquí.
—Soy una rechazada.
—Al igual que yo, quizá por eso me siento tan atraído, me veo reflejado en ti.
—Entonces salud, creo que serás una buena compañía, además no quiero estar sola esta noche.
—¿Quieres contarme qué pasa?
—No, prefiero darte la bienvenida como es debido, mucho gusto Alice—, dijo extendiendo su mano.
—Es todo un placer, yo soy Alessandro—, respondió besando el dorso de su mano después de estrecharla lo que la hizo estremecer.
Bebieron un poco más entre algunas bromas y anécdotas terminaron en la habitación de hotel de él.
Sus besos apasionados acompañaban las caricias por encima de su ropa, pero Alessandro no deseaba ir con tanta rapidez.
—No tengo mucho para ofrecer pero, ¿Te gustaría beber algo?
—Si, agua por favor—, dijo acercándose a la ventana, —La lluvia se ve hermosa desde aquí.
Alessandro le entregó una copa con agua, Alice bebió con rapidez y entregandosela, él la colocó sobre una pequeña mesa mientras observaba detalladamente aquella diosa que deseaba.
—Hermosa eres tú, eclipsas cualquier belleza a tu alrededor, no puedo parar de mirarte y desearte.
—Entonces no esperes más.
Se colocó a su espalda y la tomó de la cintura pegandola contra su pecho, recorrió con sus labios la piel sensible de su nuca y esto hizo que a Alice se le escapara un suave suspiro mientras cerraba los ojos para disfrutar de la caricia.
Luego deslizó sus manos por los botones de su blusa sin parar de besarla hasta llegar a la cremallera de su falda y dejando caer su ropa a sus pies, se apartó unos segundos deleitándose en la hermosa vista de su cuerpo en ropa interior, lo cual la hizo ruborizar.
—Que sexi el tatuaje en tu hombro, una mariposa pero no cualquiera, es una monarca.
—Entonces ¿también sabes de mariposas?
—Es mi favorita, significa transformación y renacimiento, resiliencia.
—Un hombre inteligente y sensible.
—Y puedo ser muy competente en la cama.
—Eso supongo que está por verse.
Los dedos ágiles de Alessandro retiraron el brasier, acarició la puntas de sus pechos erguidos sin dejar de recorrer sus espalda y hombros con sus labios húmedos.
Un gemido escapó de los labios de Alice lo cual le dejó claro a Alessandro que iba bien, la giró y sin dejar de besarla lentamente la fue llevando hasta la cama mientras se desnudaba.
Al chocar sus piernas con la cama, él hizo que se dejara caer con suavidad para luego seguirla sin que sus ojos dejarán de encontrarse.
Acarició y besó cada parte de su piel como un devoto, antes de buscar su satisfacción la hizo llegar con su boca y luego con sus manos.
Cuando notó que Alice se encontraba totalmente relajada se colocó sobre ella, la besó y acarició dulcemente, ella tardó un poco más esta vez en estar preparada pero lo deseaba.
—No dejes de mirarme, quiero saber lo que sientes cuando esté dentro de ti.
Se colocó entre sus piernas y levantó una de ellas para colocarla abrazando su espalda, buscando la mayor intimidad y contacto, pero en cuanto se introdujo y vio en su expresión la incomodidad, lo supo, aquella era su primera vez.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—Porque no quiero que eso te preocupe, no quiero que se pierda la magia del momento.
—Bien, seré cuidadoso, solo dime si hay dolor y pararé.
Pero después de unos segundos era Alice quien salía al encuentro de sus movimientos, acariciándolo, besándolo y abrazándolo como si sus cuerpos se conocieran desde hace mucho.
Llegaron juntos al clímax sin dejar de mirarse creando una conexión y cercanía no experimentada por ninguno antes, por ello permanecieron abrazados sin sentirse incómodos o fuera de lugar.
Luego de algunas horas de descanso lo hicieron un par de veces más, incluso compartieron un baño antes de quedarse dormidos abrazados hasta el amanecer.
Alessandro finalmente abrió los ojos cerca del mediodía para sentirse defraudado, —No puedo creer que se haya ido, no sé su apellido ni nada que me permita encontrarla.
“Pensé que con una noche sería suficiente para saciar mi interés por ella, pero no”.
